Tras el ajetreado año 1922, Granada volvía a la normalidad de sus comienzos de año con la celebración del día de la Toma, las representaciones teatrales que se realizaban habitualmente en el Teatro Cervantes y los preparativos de la, ya tradicional, Cabalgata de Reyes Magos que el Centro Artístico realizaba para el día preceptivo. Pero dentro de esa normalidad, también es verdad que la prensa nos arrojaba detalles curiosos y noticias interesantes que tuvieron lugar en ese mes de hace 100 años.
Para empezar, el día 4 de enero en El Defensor aparecía una curiosa comparación sobre la fiesta de la Toma y las tendencias separatistas del estado español, especialmente de Cataluña:
Precisamente, por una de esas
absurdas paradojas de la vida española, han coincidido este año las fiestas de
la Toma de Granada, es decir, de la unidad nacional, con un grave recrudecimiento de las manifestaciones
separatistas que de vez en cuando asoman su rostro repugnante en algunas
regiones, especialmente en Cataluña.
Rematando el artículo con una declaración de buenas intenciones:
Sin embargo, el problema debe tener
una solución moral y patriótica. Antes de romper lazos de intereses, convendría
crear vínculos espirituales. Esto sería mejor para ellos y para nosotros. Nos
repugnan las medidas de violencia.
Por su parte, al día siguiente llegaba a Granada el Director General de primera Enseñanza, diputado a Cortes por la circunscripción y jefe de los romanonistas granadinos, don Pascual Nácher Villar. Esta visita a la ciudad en la que había sido concejal y a la que ahora representaba en las Cortes, se convirtió en un gran homenaje a su persona por el nombramiento de Director General, pues suponía para la ciudad un conato de renacimiento político liberal granadino y que Granada tuviera algún peso en Madrid. De hecho, pocos días después libraba dinero para dotar de mobiliario algunas escuelas y, ante todo, comenzaba el proyecto arquitectónico de las Escuelas Normales de Granada.
D. Pascual Nácher Villar
El día 11 había una llamada de atención –una vez más– sobre el estado de conservación de la Alhambra y, concretamente, era el senador Sr. Estelat el que se preocupaba por el tema, exigiendo que se cumplieran las directrices dadas en el Real Decreto de 1918 pues, según él, continuaba el abandono y la negligencia. Pocos meses después habrá un nombramiento que marcará un antes y un después en la conservación del monumento nazarí.
Esta imagen corresponde a 1915, momento en el que las quejas sobre la conservación del monumento eran radicales y habituales. Esta situación llevó al Real Decreto de 1918, pero en 1923 aún había serios problemas estructurales en el monumento.En los siguientes días se habló de hacer un monumento al Duque de San Pedro de Galatino, proyecto del Centro Artístico, tuvo lugar un Requiem en memoria del ilustre músico granadino Eduardo Guervos y políticamente dio mucho que hablar el cambio de alcalde, ya que cesaba Gil de Gibajas y entraba Navarro Senderos, que era acogido así por la prensa:
…el señor Navarro Senderos sube a
la Alcaldía con méritos propios y ocupa la presidencia del Ayuntamiento con
sobrada capacidad. Hombre laborioso y experimentado, más que a las minucias de
la política, ha dedicado sus actividades al estudio inteligente y sereno de los
problemas del Municipio. Conoce todos los aspectos de la vida municipal; tiene
perfecta noción de las necesidades de Granada; es reflexivo y trabajador, serio
y comprensivo; sabe a conciencia a lo que obliga el cargo ante la ciudad, que
ha visto con simpatía su exaltación.
Pero, pese a todo, la noticia más importante de este primer mes del año siguiente a la celebración del Concurso de Cante Jondo, fue sin duda una que no publicó la prensa local granadina, aunque si se hizo eco la nacional. José Mora Guarnido –a quién aún hay que recuperar histórica y artísticamente– sería el primero en dar noticia, en La Voz de Madrid, de la fiesta de títeres que se había realizado el 6 de enero en la casa paterna de Federico García Lorca. El artículo se titulaba “El teatro ‘cachiporra’ andaluz” y daba cuenta de aquella soberbia colaboración interdisciplinar que supuso el trabajo conjunto de García Lorca, Hermenegildo Lanz y Manuel de Falla. Esa humilde fiesta de agasajo infantil estaba muy lejos de ser meramente eso, aquella fiesta supuso el estreno en España de parte de la Historia del soldado de Stravinsky, supuso el trabajo de adaptación literaria al teatro de guiñol –con el tanto dará que hablar Federico– y supuso la entrada, por la puerta grande, de la escenografía de Lanz que realizó embocadura, telones, cabezas de muñecos y un gran número de figuras planistas. Unos meses después, Falla estrenará El retablo de Maese Pedro en París y contará con Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y Hernando Viñes para crear la escenografía de uno de los hitos de la música española de todos los tiempos.
El 10 de febrero de 1923 el eminente crítico de arte José Francés, publicaba esta reseña sobre la fiesta de títeres granadina con una lujosa información fotográfica que nos da idea del trabajo realizado esa tarde de Reyes en la Acera del Casino.Cómo vemos, el mes de enero de 1923 fue relativamente intenso para la adormecida Granada de la época, en la que la característica indolencia, de cuando en cuando se alzaba –íntimamente tal y como es la propia ciudad– a cotas de la más importante vanguardia nacional e internacional.




Magnífico artículo
ResponderEliminarEnhorabuena 👏